domingo, 30 de junio de 2024

Los padres y las madres como grandes ‘influencers' de sus hijos

 En la era digital, en la que las redes sociales y las figuras públicas juegan un papel crucial en la vida de nuestros jóvenes, el influjo parental se enfrenta a desafíos únicos. Sin embargo, a pesar de la omnipresencia de influencers en línea, los padres y las madres siguen siendo las figuras más importantes en la vida de sus hijos e hijas. Ser los grandes influencers de nuestros hijos no solo es posible, sino que es esencial para su desarrollo saludable y equilibrado.


Somos la primera referencia que tienen para enfrentarse al mundo. La forma en la que nos presentamos y actuamos con ellos determina en gran medida su bienestar emocional y mental no sólo actual, sino también futuro. Todo lo que hacemos impacta, para bien y para mal, en su vida, por tanto, el trabajo comienza en nosotros, los adultos, y desde que nuestros niños y niñas son pequeñitos.

Los retos de los padres de hoy

Los principales retos con los que se encuentran los padres y madres en la actualidad son:

1. La desobediencia y la falta de escucha

Sienten que sus hijos no les hacen caso y tienen que repetir las cosas miles de veces para que les obedezcan.

2. Las rabietas

La dificultad para el manejo de las emociones hace que surjan llantos incontrolados y frustraciones que no pueden dominar.

3. Problemas con la transición de actividades

Los niños no quieren dejar de jugar y recoger para irse a dormir o no quieren meterse en la ducha, pero luego tampoco quieren salir.

Cuando son más mayores, surge la desconexión con el adolescente, la falta de comunicación, las peleas y los conflictos constantes, los altibajos en los estudios y el uso (o abuso) de la tecnología, entre otros asuntos recurrentes.

Los 4 pilares de la crianza responsable, consciente y respetuosa

Todos esos problemas encuentran una solución cuando se entienden los cuatro cimientos básicos para una crianza responsable, consciente y respetuosa. 

1. Asertividad

La clave consiste en utilizar un equilibrio adecuado entre la firmeza y flexibilidad, y adaptabilidad a las circunstancias.

2. Conectividad emocional

Nos referimos a la capacidad de generar conexión, y para ello hay que cultivar tanto la presencia, como la disponibilidad y la atención, cosa difícil en estos tiempos que corren.

3. Falta de permanencia

Entender que todos estamos evolucionando constantemente. Los hijos están aprendiendo a ser hijos a medida que los padres aprenden a ser padres.

4. Conocer el propósito de la crianza

Si no está claro el destino, cualquier camino es válido. Y padres y madres terminarán por escoger el camino del castigo, del grito o amenaza para que los hijos obedezcan y no repliquen.

Pautas para ser los grandes ‘influencers’ de nuestros hijos

¿Qué cosas podemos hacer en casa para ser los auténticos influencers de nuestros hijos e hijas? Algunas de ellas son las siguientes:

1. Todo acto tiene una consecuencia

Tomar conciencia de que todo lo que hacemos impacta (para bien o para mal), por lo tanto, conocer nuestros detonantes o saber qué cosas nos calman repercute profundamente en la forma en la que nos comunicamos con nuestros hijos y los educamos.

2. Cuidarse para cuidar

Darnos tiempo para el autocuidado proporciona estabilidad a nivel personal e incide directamente en la armonía familiar. Además, estamos dando un ejemplo maravilloso: “tengo derecho a cuidarme, porque soy importante”

3. Analizar las razones

Entender desde dónde nos comunicamos con nuestros hijos. La mayoría del tiempo lo hacemos para tener razón, para que hagan lo que les pedimos o para que no protesten.

4. Las formas marcan la diferencia

Tomar conciencia de que la forma en que les hablamos se convierte en su voz interior en el futuro nos permite cuidar nuestras palabras. Así lograremos una voz interior alentadora en lugar de un duro crítico interno que juzga y paraliza.

5. Observar para entender

Comprender que el comportamiento de nuestros hijos es una manera en la que intentan pedir ayuda porque aún no saben expresar sus necesidades de la forma correcta. Entonces, observar más allá de lo que hacen y dicen, y profundizar realmente en qué necesidad no está siendo satisfecha, hará que sea más fácil comprenderlos y educarlos mejor.

6. Tener en cuenta su nivel de maduración

Si conocemos cómo funciona el cerebro, cómo evoluciona en las diferentes etapas o qué comportamientos son adecuados a su edad por su nivel de maduración cerebral, sabremos qué esperar y dejaremos de frustrarnos ante conductas que nosotros vemos como ilógicas.

7. Ser consecuente

Ser coherentes con lo que hacemos y decimos. La mayoría de las veces decimos algo y no lo cumplimos. Nuestros hijos aprenden a insistir o manipular para conseguir cosas o incluso a mentir como un modo de encajar en los estándares exigidos en la familia. Dejar de obligar y empezar a mejorar los argumentos es más fácil cuando tienes las herramientas adecuadas.

8. Diferencia de valores

Conocer qué son los valores y cómo influyen en una familia. Entender que en la adolescencia hay un alejamiento de las figuras de referencia que en muchos casos parte de una diferencia de valores, que los adultos pretenden ocultar y acallar.

9. El conflicto como aliado

Utilizar adecuadamente el conflicto, es decir, hacer de él un verdadero aliado, en lugar de un enemigo. Desarrollar estrategias y habilidades de negociación válidas no sólo en el plano familiar sino también en un futuro en sociedad comienza desde casa en un entorno seguro.

domingo, 9 de junio de 2024

Cómo tener una actitud positiva ante las notas finales

 Las notas finales de tu hij@ pueden parecer muy importantes, pero recuerda que son sólo una forma de medir el éxito académico. Al fin y al cabo, este aspecto es importante para su futuro profesional, pero hay muchos más factores en juego que son los que, a fin de cuentas, harán que sea una buena persona, que es mucho más importante que un buen trabajo. Por eso, lo fundamental es enfocarnos en el esfuerzo y potenciar su interés en hacer las cosas bien.

Aunque parezca mentira, a los niños les afecta mucho lo que sus padres piensen de ellos y las notas son la manera que tienen de demostrar su esfuerzo en el colegio. Sin embargo, éstas a veces no reflejan ese esfuerzo, y enfadarse por ellas es lo peor que podemos hacer como padres. 

A continuación te ofrecemos una pequeña guía para ayudarte a animar y fomentar una actitud positiva hacia el aprendizaje que durará todo el verano.

Cómo interpretar las notas

Es posible que los profesores de tu hijo te hayan explicado cómo evalúan, pero si no es así puedes informarte en la página web del colegio qué aspectos se tienen más en cuenta, investigar si han cambiado los criterios de evaluación o preguntar a otros padres.

Si las notas finales no llevan la información del resto del año, saca las notas de los otros trimestres y mira a ver qué ha cambiado. A veces un 5 o un 6 puede ser bueno si lo que había antes era un suspenso. Recuerda que cualquier mejora debe ser reconocida, pues a tu hij@ le habrá supuesto un esfuerzo.

Presta más atención a los comentarios de los profesores que a las propias calificaciones. A lo mejor tu hij@ no ha aprendido todo lo que debería durante el curso, pero tiene competencias que no se evalúan o tiene las más importantes. Mirando las notas también puedes intentar identificar qué asignaturas dan problemas a tu hij@ y cuáles se le dan bien.

Cómo responder

Empieza alabando los aspectos positivos del boletín. Felicítale, no solo por los sobresalientes, sino por conseguir mejores notas en asignaturas en las que tiene dificultades. Si ha mejorado en algo, dile que estás orgulloso por su esfuerzo, tiene que saber que aprecias lo que hace.

Habla sobre sus éxitos e intenta que te diga cómo consiguió una buena nota. Pregúntale también de qué calificación se siente más orgulloso y por qué. Aunque a veces es más fácil preguntar “¿qué fue mal?” mirando una mala nota, puede ser más útil preguntar “¿qué fue bien?” para ver si ese éxito se puede trasladar a áreas más difíciles.

Tu hij@ debe saber que estás orgulloso de él y de su esfuerzo por mejorar

Cuando hables con tu hij@ sobre las notas, no grites o le culpes. Enfócate en la clase, pregúntale si la encontró difícil, si no prestó atención o si el profesor iba muy rápido, por ejemplo. Si te responde que se aburría o que odiaba la materia, existe la posibilidad de que la encontrara demasiado fácil. Pídele que te explique por qué no le gustaba, a ver si consigues identificar la causa del conflicto. Si es porque no le encuentra utilidad, intenta buscar la relación entre las asignaturas que no le gustan y otros ámbitos que le diviertan en los que se pueda aplicar (por ejemplo, las matemáticas con los videojuegos o las compras).

Pregúntale sobre los deberes, si tenía tiempo para completarlos o si las actividades extraescolares le quitaban tiempo de estudio. Si estaba distraído a la hora de hacerlos, intenta averiguar por qué. A lo mejor es porque no tiene un lugar específico en casa para hacerlos. Si es así, es el momento de hacer un proyecto juntos y crear una zona de estudio durante el verano para afrontar bien preparados el curso que viene. 

Cómo desarrollar el superpoder de la serenidad

 Se trata del valor de mantener la calma en medio de la dificultad, e implica tener la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones, sin dejarnos arrastrar por ellas.


¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a desarrollar el superpoder de la Serenidad?

1. Explicándoles su importancia

En primer lugar, explícale que la serenidad, aprender a calmarse siempre que uno lo necesita, es muy importante en la vida porque te ayuda a lo siguiente

  • Pensar con claridad y tomar buenas decisiones para lograr nuestros objetivos.
  • Concentrarse, memorizar y avanzar con mayor facilidad en los estudios.
  • Mejorar el rendimiento en los deportes, la música o cualquier prueba o examen.
  • Tener buenos amigos y llevarse bien con la familia, al tratar a todos con respeto y cariño.

2. Creando un “rincón de la calma”

Crea un “rincón de la calma” en casa: un refugio donde pueda tranquilizarse siempre que lo necesite. Puedes decorarlo con una alfombra suave, cojines, imágenes relajantes, cuentos, pelotas blandas antiestrés, peluches, mandalas y lápices de colores. También podéis hacer juntos una “botella de la calma”: llena de agua una botella de medio litro, añade purpurina de colores y pegamento transparente. Cuando el niño esté enfadado o nervioso, ofrécele sentarse o tumbarse en este espacio, agitar el recipiente y comenzar a observar cómo va cayendo poco a poco la purpurina hasta que se haya posado toda en la base. Una vez en calma, todo se ve de otra manera y será un buen momento para hablar.

3. Combatiendo contra los monstruos que la destruyen

Hay tres grandes monstruos que destruyen “la Serenidad”: la tristeza, la ira y el miedo. Ayúdale a comprender, expresar y canalizar sus emociones en base a ellos. Enséñale a poner nombre a sus emociones, especialmente cuando no esté contento. Pregúntale con cariño: ¿Qué te pasa? ¿Estás triste o enfadado? ¿Tienes miedo? ¿Quieres que te ayude?

  • Tristeza. Si le ves triste, permítele llorar para sacar la tristeza de su corazón; pídele que te cuente qué le está ocasionando esa tristeza, dale un gran abrazo y ofrécele tu ayuda para buscar alternativas de cosas que pueda hacer para sentirse mejor.
  • Ira. Si se enfada, hazle ver que no es algo malo, lo que es negativo es perder el control y hacer daño a los demás. Enséñale la “respiración de la calma” y practícala con él: pon una mano en el corazón y la otra en el abdomen, inspira por la nariz (llenando la tripa de aire de calma) y suelta por la boca (como si sopláramos para apagar la llama del enfado). Repite, al menos, 3 veces o hasta que sientas que el corazón está más tranquilo. Cuando esté calmado, ayúdale a expresar su enfado de forma saludable, hablando con la persona que le ha molestado, utilizando la siguiente fórmula: “cuando tú haces…., yo me siento……, y por favor te pido que….”.
  • Miedo. Si siente inseguro, con miedo, valida sus sentimientos, sin burlarte o restarle importancia, ayúdale a expresar lo que le hace sentirse así y explícale que todos tenemos miedos y es importante reconocerlos y aceptarlos para, así, poder afrontarlos, sin avergonzarse. No es malo sentir miedo, es normal experimentarlo ante una amenaza o un peligro (un coche que viene rápido, un sitio alto, un perro ladrándonos). Este nos ayuda a protegernos, nos avisa de que tenemos que alejarnos del peligro para no hacernos daño. Si no se siente miedo, se pueden correr serios peligros. Asimismo, recuérdale que hay otros miedos que están en su cabeza que no están en el mundo real:
    • Monstruos o brujas: cuando el miedo está en su cabeza y no es por algo “real”, siempre se puede utilizar el poder de la imaginación para convertirlo en risa, disfrazándolo y riéndose de él (por ejemplo, imaginándose un fantasma en bikini rosa).
    • Pensamientos negativos: no se puede elegir aquello malo que se cuela en la cabeza (“me va a salir mal, me voy a equivocar, se van a reír de mí, yo no puedo…” ), pero sí cuáles dejar que se queden. Se puede optar por pensar cosas que les hagan sentir confianza (“sí puedo!, voy a prepararme…”).
  • El miedo puede nublar la mente, impide pensar con claridad, a veces puede llegar a paralizar o hacer a una persona huir, alejándola de tus objetivos. Por eso, es necesario parar, calmarse (con “la respiración de la calma”), pensar (“sí puedo”) y atreverse a afrontarlo (por ejemplo, hablar con una persona a la que quieres conocer, proponer un juego, hacer algo en público, prepararse para una prueba…).

    Os invitamos a que, desde la familia, reforcéis todos estos mensajes compartiendo con vuestros hijos experiencias personales en las que utilizáis alguna de las claves que hemos mencionado para recuperar la calma ante las dificultades de la vida. Como siempre, vuestro ejemplo diario será su mejor aprendizaje para reforzar el superpoder de “la Serenidad”.